El Poder de las Palabras. Todo está dotado de energía en el universo, desde lo más denso hasta lo más sutil, desde lo más negativo con su correspondiente carga negativa hasta lo más positivo y benéfico para nuestro ser con su equivalente en carga saludable y sanadora.
Las palabras que emitimos por supuesto que también contienen un tipo de energía que obra a nuestro favor cuando esencialmente están basadas en el amor y en la paz interior.
En este sentido, encontramos que el hoponopono va muy de la mano hacia este propósito. Es una técnica proveniente de Hawai. Plantea que todos los problemas que surgen en nuestra vida son producto de nuestras memorias de dolor y de pensamientos erróneos, pero que pueden ser sanados a través del perdón, así como repitiendo consciente y frecuentemente las siguientes palabras sin importar el orden en que se digan: “Lo siento, perdóname, te amo, gracias”.
Es precisamente la frecuencia vibratoria de estas palabras lo que va sanando gracias al poder que tienen en influir de manera positiva. También es tan sencillo de reconocer que esto es así que puedes ensayar decirle a algo o a alguien: “Te odio” y luego decir en cambio “Te amo”. De manera obvia, siente la diferencia tanto el que recibe la palabra como el que la pronuncia.
Claro está que no se trata de recitar estas palabras por decirlas simplemente, sino de que nazcan desde tu corazón y para ello requieres tomar la decisión consciente de dejar marchar todo aquello que vaya en detrimento de tu felicidad, todo lo que no abone a crecer y avanzar sino que te estanca.
Todo lo que obstruya la paz de tu alma debes dejarlo
Con la certeza de que así es como realmente te liberas y aligeras cualquier tipo de carga, es así como alimentas tu espíritu y por tanto, llenas de sentido tu existencia.
Cuando recién comienzas con esta práctica del hoponopono necesitas llenarte de mucha paciencia ya que los resultados grandes y más notorios se dan con el paso del tiempo, así como según la frecuencia y la constancia con que hayas incorporado esta técnica a tu rutina de vida.
Pero, no son las únicas palabras cargadas de energía positiva. De hecho, aquellas son incontables y de ti depende que cada vez vayas aumentando más tu repertorio de palabras positivas. Si quieres puedes llamarlas “Palabras Mágicas” porque se convierten en una llave de acceso a maravillosas oportunidades.
Así que, adelante en la hermosa tarea de nutrir tu vocabulario con el empleo de palabras tales como: “Excelente”, “Magnífico”, “Con todo gusto”, “Es un placer”, “Eres estupendo(a)”, “Lo puedo lograr”, “Confío en mí”, “Te agradezco”, “Qué amable eres”, “Qué bien te ves”, “Cada vez me siento mejor”, “Despreocúpate, eso ya pasó”, “Me encanta tu compañía”, “Gracias por tu tiempo”, “Por tu paciencia”, “Por existir”…etc. Recuerda además, siempre imprimirle a tus palabras una actitud que denote entusiasmo y generosidad.
Sin importar si a la otra persona la percibas apática o no, igualmente bríndale alguna de tus palabras mágicas, pues es justamente este tipo de gente quien más las necesita. También, busca rodearte de quienes estén en la misma sintonía que tú, quienes manejen bastante esta clase de palabras para que te sigas retroalimentando en este bello arte de hablar positivamente.
Las palabras mágicas
Puedes aplicarlas en cualquier momento y situación tanto en el campo sentimental, como en el laboral, lo social, el ámbito educativo, o personal y demás. Esto se hace mucho más fácil y natural de hacerlo cuando vienes entrenando tu mente para rescatar lo positivo que hay detrás de toda situación aparentemente problemática.
Sí, efectivamente se puede entrenar, tal como cuando vas al gimnasio o vas a practicar algún arte por primera vez. Al principio, como en todo, es normal que te sientas un poco extraño con un nuevo comportamiento por lo que no estás acostumbrado, pero ya llegará el momento en que lo integrarás a tu vida totalmente.
Aprender lo nuevo, implica desaprender lo viejo o aquello que ya no te sirve. Por lo tanto, tomando cada vez mayor consciencia del poder de las palabras positivas elige dejar a un lado esas que son limitantes o que vienen cargadas de un significado pesimista y de falta de amor propio: “La vida es muy dura”, “Eso es imposible”, “Todo me cuesta mucho trabajo”, “Esto me está matando”, “En nadie se puede confiar”, “Siempre me pasa a mí”, “Por tu culpa”, “A nadie le importo”, “Soy un desastre”, “Qué horror”, “Pésimo”, “Lo peor”, etc.
Rodearse de palabras positivas
Sembrar y mantener este tipo de palabras contribuye a generar un ambiente tenso y pesado. Tanto para ti como para quienes te rodean y no resultaría nada raro que de este modo los otros te devuelvan palabras igualmente negativas. Y así se van confirmando tus creencias que lo que hace es retroalimentar esa manera oscura de ver el mundo y así sucesivamente se va repitiendo el circulo vicioso.
Lo mismo ocurre pero en sentido contrario con el manejo de las palabras mágicas. Propician emociones agradables . E incluso ayudan a equilibrar un ambiente difícil. Por ejemplo: imagina que en el trabajo todos están tensos en el trajín de la jornada por el informe que tienen que presentar al jefe.
Pero de repente él aparece y les dice: “Excelente día, me siento muy honrado con la labor de ustedes, qué bien lo hacen, los felicito”, todos inmediatamente van a atenuar sus cargas, ¿no es así? Además, seguramente se mostrarán agradecidos y complacientes con el jefe. Quien a su vez reiterará o reafirmará su actitud positiva. ¿Y si las palabras mágicas las diriges hacia ti mismo? Es justamente lo que necesitas en cualquier circunstancia.
Así pues, ten muy presente aplicar esta poderosa herramienta de las palabras mágicas. Disfruta de lo que dices. Asimismo disfruta de lo que consigues a través de eso y por supuesto, vive en coherencia con eso que dices. Allí es donde la magia se hace realidad y la realidad se hace mágica.