El presente es un regalo. Vivimos apurados persiguiendo un destino. Permanecemos atrapados en una especie de burbuja en la que la necesidad de correr no nos da un respiro. Despertamos cada día con la mente ocupada en una interminable agenda que debemos atender. Mientras desayunamos, nos damos prisa porque tenemos que dejar a los niños puntualmente en el colegio. Y cuando lo hacemos, nos ocupan los pensamientos de todo lo que tenemos pendiente en el trabajo e intentamos decidir por dónde empezar. Transcurre la mañana y cuando almorzamos, pasamos revista a las tareas programadas para la tarde. Y ya terminando la jornada, vamos pensando en la cena, en los deberes de los niños, y en el día que vendrá después.
Puede que esta situación no sea exactamente la tuya. Quizás no tengas que ocuparte de hijos ni de colegios. Pero probablemente reconocerás que tú también estás pendiente del momento siguiente, del día siguiente, del mes siguiente, del destino final. Es una especie de vida en el futuro que ocupa tu mente a cada momento.
Tómate un tiempo e intenta observar como una película el fluir de tus pensamientos en cada minuto de cada hora de cada día de tu vida. ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te despertaste hoy? Seguramente ese primer pensamiento tuvo que ver con algo que ocurriría después. ¿Y mientras desayunabas qué pensamientos llegaron a tu mente y concentraron tu atención? Es probable que continuaras pensando en el día que tenías por delante y en cómo organizarlo.
El pensamiento es una corriente incesante que fluye continuamente aunque no tengamos conciencia de eso. No nos deja espacio para el silencio interior. Siempre nos está programando para correr, para hacer, para actuar en momentos más o menos cercanos al que vivimos. Ese fluir del pensamiento se adelanta a todo y pone permanentemente a nuestra mente en un tiempo futuro.
Nuestro cuerpo está aquí, ahora ¿pero nuestra mente lo acompaña? Te invito a reflexionar para conocer cómo se mueve tu mente. Cuando desayunabas, ¿tu pensamiento estaba focalizado en tus alimentos y en el acto de comer? Mientras conducías ¿en qué pensabas? Y en esos momentos de descanso en medio del trabajo ¿qué imágenes llegaban a tu mente? ¿Acaso mirabas lo que sucedía a tu alrededor en ese lugar y en ese momento? ¿Tu mente descansaba realmente?
Estás aquí, ahora
Este es un principio clave para vivir. Detente. Permite que tu mente esté donde está tu cuerpo, en el presente. No la dejes ocuparse del pasado ni la tengas prendida del futuro. Deja de preocuparte por lo que ya fue o por lo que tendrás que hacer dentro de un rato.
Lo fascinante de detenerte es que al hacerlo sentirás que realmente estás aquí. Tu mente se liberará de todo eso que la ocupa y que le impide disponer del presente. ¿Cómo lo logras? Concentrando tu pensamiento y tu atención en el instante, en lo que ocurre mientras lo vives. Si estás caminando, concéntrate en tus pasos y en tu cuerpo mientras caminas. Cuando te duches, siente cada gota que cae sobre tu cuerpo. Experimenta el placer del momento duradero de un beso de tu pareja o de tus hijos. Atiende a esos minutos en los que un pájaro se cruza por tu campo visual. Inúndate de presente.
Tú eres aquí y ahora. Deja que el mundo fluya. Tú estás en un tiempo detenido. Si practicas, lograrás que se vuelva un hábito. La mente siempre tiende a huir del momento presente, pero debes educarla para que sienta y permanezca presente allí donde tú la quieres.
¿Y las metas?
Probablemente, tienes grandes metas en tu vida. Cuando emprendes una acción o un proyecto, es normal que esperes resultados que te favorezcan. Un ascenso, una medalla, un reconocimiento, se vuelven tus metas. Y empiezas a correr detrás de esas metas. Todo lo que haces se centra en ellas y te olvidas de gozar del camino.
¿Vivir el presente implica renunciar a las metas? De ninguna manera. Tus objetivos siguen allí, guiando tus acciones, pero dejan de obsesionarte y de presionarte. Si vives el aquí y ahora, cada acto realizado será perfecto. Vivirás el momento con la intensidad que supone entender que esa es la realidad en ese instante. Valorarás los acontecimientos con más sabiduría y equilibrio y descubrirás un enorme caudal de posibilidades de crecimiento que no sabías que poseías. Perfeccionarás cada uno de tus movimientos, de los detalles de tus acciones. Y, como consecuencia, los logros se harán realidad fluidamente, sin presiones ni estrés.
¿Y qué pasa con los fracasos?
Los fracasos son parte de la vida, igual que los éxitos. Considéralos aprendizajes. Es la vida que te enseña cómo moverte. Pero enfréntalos sin temores y sin inseguridades. El miedo y la falta de seguridad se arraigan profundamente en las personas. Toman el control de sus vidas y las paralizan, las estancan, y les provocan infelicidad.
El mundo exterior no quiere que busques respuestas en ti sino que trabajes para satisfacer sus expectativas. Desde pequeño, te llenas de “debes ser…” esto o aquello. Te marcan un camino y te vuelves como un autómata que vive pendiente de alcanzar ese destino que otros han armado para ti. Y tú tratas de hacer las cosas bien para no defraudarlos.
Pero cuando pones tu mente en el presente, te haces cargo del control de tu vida. Recuperas la sensación de vitalidad y te liberas de esa prisión en la que te encierran los prejuicios y las opiniones de los demás, que provocan ese temor a equivocarte. Y cuando algo no sale bien, ya no estarás pendiente del qué dirán, de qué opinará tu familia o tus amigos de ese fracaso. Solo te concentrarás en superar la situación y en volver a intentarlo.
Busca en tu interior
Basta de coleccionar información que procede de afuera, del exterior. Busca adentro de ti. No temas a tu interior. Es el único lugar donde encontrarás lo que necesitas. No sientas miedo frente al silencio, porque en ese momento, estás contigo mismo. Aprovecha esos instantes y descúbrete.
Pero no es necesario el silencio del exterior para concentrarte en ti, para meditar. Con practica podrás lograrlo en cualquier lugar, independientemente del ruido del ambiente. Solo tienes que alejar los pensamientos que invaden tu mente y atender exclusivamente al instante en el que vives. Ese será tu único pensamiento que debes aceptar en ese momento.
Cuando logres entrar en ti mismo, jamás sentirás que has perdido el sentido de la vida. Y si en este momento estás sintiendo eso, si estás viviendo un período en el que no encuentras una razón para vivir, aplícate al presente, concéntrate en él y busca en tu interior. Descubrirás que tienes vida, que hay personas que te agradan o acciones que te hacen sentir bien.
Concéntrate en esas ideas que están dentro de ti. Deja que el exterior siga su curso. Verás que todo en la vida tiene un sentido. Solo hace falta descubrirlo.
Las tres reglas
Te invito a reflexionar acerca de las tres reglas que organizan la vida de las personas, incluida la tuya, claro.
Una de ellas es la regla de la paradoja. ¿Qué indica? Que la vida es un misterio. Por lo tanto, no debes perder el tiempo intentando deducirla. No especules demasiado, porque los misterios no son manipulables. Solo se viven.
La segunda regla es la del humor. Vive con humor, con buen humor. No permitas que la nube de la amargura lo destierre de ti. El humor te dará fuerza y energía.
Y la tercera es la regla del cambio. La vida es movimiento, cambio permanente. No hay nada que perdure. Por lo tanto, por más que te abrumes por el futuro, no podrás visualizarlo, ni a ti viviéndolo, porque el cambio es una constante.
Muchas personas sufren porque desconocen estas reglas, y sufren cuando no consiguen lo que quieren. Y aunque lo consigan, siguen sufriendo porque no lo pueden conservar para siempre.
Atender a estas reglas no implica rendirse y dejar de intentar alcanzar metas y sueños. Implica reconocer que no tienes el control. Es preciso aceptar que no controlas lo que sucede, y que si no logras lo que te propones no serás menos de lo que eres. Tú seguirás siendo excepcional.
Existe una diferencia entre el conocimiento y la sabiduría. El conocimiento es teoría, está en tu mente. La sabiduría es realidad, es hacer. Ya tienes el conocimiento acerca de cómo vivir, ahora es momento de lograr la sabiduría, de poner estas ideas en acción. Ya no esperes. Disfruta de tu presente y de esa felicidad que te inundará al vivirlo. Cuando tengas miedo o te sientas desorientado, desgarra tu mente, destruye tus miedos y temores. Ellos viven en el pasado o en el futuro, y tu vida es presente, aquí y ahora.
Tu felicidad está en el camino, en cada momento, no en el destino ni en la llegada.
Fuente: “El guerrero pacífico” (película basada en la novela “Way of de Peaceful Warrios” de Dan Millman)
4 comentarios en “El presente es un regalo ¡Disfrútalo!”
Mi vida ha cambiado desde que leí estos consejos
Gracias! Aprendí el gran valor de vivir el presente..
Que bello texto, diosito me la bendiga
Que palabras tan oportunas!!! Las tres reglas son para tener en la puerta de la heladera y repasarlas todos los días.